Caminó hasta el asiento en que conversaríamos, a más de de cinco metros nos decíamos todo lo que sentíamos. Coqueteamos y jugamos, toque su pelo oscuro y su piel morena, ella me dio un beso en la pera, me abrazó cuando le dio frío, nos reímos de las tonteras que se nos ocurrían y luego nos hacíamos como que no nos conocíamos, ella besaba mis manos y yo las suyas. Fue la mejor relación que he tenido durante mis veinte años, pero solo duró cuarenta y cinco minutos, luego ella tocó el timbre, me miró por ultima vez, se río, le sonreí, miró hacia afuera y luego me volvió a mirar, como diciendo que me bajara con ella, que podía funcionar, que ya nos conocíamos que sabíamos del uno y del otro; la micro paró ella miró hacia la puerta que se abría y se bajó. En mis oídos sonaba una música triste y melancólica que decía: "Se acabó el cuento que nunca quiciste creer".
jueves, 6 de noviembre de 2008
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