viernes, 25 de julio de 2008

[Plagiandolo un poco]

"La felicidad llegaba a todo vapor, el acontecimiento iba mas rápido que la espera. Rambert comprendía que se le devolvería todo de un golpe y la dicha es una quemadura que no se saborea".

Hoy leí la pág. 260 de "La peste" de Camus. Siempre que leo este libro encuentro frases que se acomodan de manera explicita a lo que me ocurre en la vida, como buen ñoño me digo, siempre, que voy a escribir una de las frases del libro, pero luego se me olvida. Hoy decidí elegir esa, pero por nada, solo por que en el contexto que está escrita fija de manera determinante y precisa lo que es correcto. Y hoy creo que lo correcto no lo podré saborear; pero se avecinan acontecimientos favorables para más adelantes los cuales de sopetón inmigraran en mis acciones. Por eso en un momento pensé que no todo podría ser tan bueno, aun que ahora creo que claro está ; como el mago dice: "Siempre se debe sacrificar algo", y lo que sacrificaré en esta oportunidad será el mal que quema desde hace tiempo, así que ganaré de manera grotesca, sólo hay un problema, que lo que ya he perdido no lo recuperaré y quedará como una cicatriz de quemadura grado seis, que no se borra ni se puede disimular.

Bueno, que prospere la felicidad y la dicha, pero ojalá que más adelante encuentre a algún Tarrou y, espero, que no se muera en mis brazos, por que la peste ya se ha apoderado de mi y de ellos.

lunes, 21 de julio de 2008

[Premonición]

No se si algún día va a ser igual como antes, pero espero que así sea, por que o si no moriré en la tristeza, no por que esté mal, por que ahora, no estoy nada mal, ando feliz, más que nunca, el problema recae en que soy un ser por naturaleza egocéntrico y cuando me vea "cagao" es cuando me va a doler. Por otro lado nunca me veo, aún siendo egocéntrico, nunca me veo, mi egocentrismo no se basa en verme si no en ocuparme en que me vean, o que me lean. Pero cuando me de cuenta que aquel que me ve no me conoce, ahí me va a doler. Por ahora, vedme y reconocedme, por que cuando me de cuenta de nuevo que me voy a quedar solo será en un año y unos días más, ahí caeré sobre el lodo y la yerba, el problema que ahí estaré completamente solo, y de verdad.

domingo, 6 de julio de 2008

[La Bestia es Ciega]

Hoy fui a dejar un pollo que mi madre crió en nuestro patio, lo fui a dejar a la casa de mi amiga Emilia, quien vive en pirque, mientras metía al pollo en su "cajita de transporte" vi sus ojos negros y profundos que me miraban con insistente deseo de familia, ojos que te hacen pensar que tan solo es una bestia que ve lo que limita su cerebrito de pollo, pero ven más que los ojos de mi abuelo...

La gente dice que cuando eres viejo te vuelves indefenso y muy débil, pero eso para mi es mentira, por que mis abuelos eran fuertes, comían como bárbaros, caminaban kilómetros de campos sabor a verano, te pegaban por que no eras fuerte como ellos y te hacían fumar para reírse de ti, eran unos viejos pillos que solo se comparan a la imagen de un toro que con sus cojones hasta el suelo derraman saliva y bañan de polvo a la gente que envisten con su furia. Pero ya no hay mas saliva ni hay mas polvo que levantar, su piel se ha convertido en papel picado, sus huesos no son los culpables, sus huesos de viejo siempre han sido los mismos, solo que ahora se recubren con ese papel picado que recibe enfermedades como tinta húmeda y espesa. Sus ojos miran al horizonte mientras sus piernas y sus manos buscan tocar algo que afirmar para no tambalear, pero no es por que sea viejo, ni por que sus huesos estén malos, es por que fue un bárbaro y quiso pelear como toro, pero nunca vio que sus ojos verían tan negro como el interior de la caja que transportaba a mi pollo.

Mi abuelo tomó mi mano y tropezó un poco, le apreté fuerte el puño como el lo hacía cuando yo quería escapar y correr por las piedras, lo guié por la puerta hacia afuera y lo hice subir al auto, sus ojos seguían mirando el horizonte sin fin, como buscando algo, buscando recuerdos donde el me subía a una carreta y me decía que animará a los animales a andar. Entonces solté un pequeña lágrima, mi padre me habló y yo me quede en silencio, escapé a cerrar la puerta tomé aire y me subí al auto.

En el espejo veía los ojos de mi padre, cansado de ver a su padre en el estado que estaba, cansado de ver que ahora era como un pollo encerrado en una caja oscura donde sus ojos profundos y sin sentido buscaban algún poco de claridad. Mi padre se dio cuenta que lo miraba pero ahora comenzó a conversar.

Cuando el pollo salió de la caja veía a su alrededor tanto verde que no lo podía creer, estaba tranquilo en los brazos de mi tía (la madre de mi amiga Emilia), estaba seguro y se sentía libre, por otra parte mi abuelo estaba dentro del auto, encerrado en su mente congeniando palabras e ideas de un viejo que ahora ya no puede salivar y tirar polvo como antes, ingeniando tristeza que solo su callada voz delataba, congeniando en su cabeza oscura, donde el polvo se levanta y nubla todo recuerdo que ya es trabajoso comentar. Mi abuelo no me toma la mano para retarme si no para que lo ayude a caminar, mi abuelo ya no es un toro.